
Organízate
Si algo tenemos que tener claro es que nuestro recurso más valioso es el tiempo.
Partiendo de esto, imaginemos que cada día nos levantamos con un saco de fichas, como si fuésemos a jugar al Póker. Y cada vez que juguemos, no hay vuelta atrás. Cada decisión que tomemos implicará un gasto. Es por eso que tenemos que aprender a distinguir entre aquellas oportunidades que merezcan la pena de aquellas jugadas en las que no merezca la pena entrar al trapo.
En mi caso, por ejemplo, me dedico a trabajar en las asesorías de l@s chic@s del equipo, compartir contenido en redes sociales, a entrenar, a contestar preguntas, a mantener mi vida social, a gestionar mis proyectos…
No es nada fácil, la pereza ronda de vez en cuando para mucha gente pero debemos mantener en mente que cada día tenemos 86.400 segundos y que
“si un@ quiere, puede exprimir hasta el último segundo”.
Pero para poder hacerlo, primero tenemos que entender nuestra cabeza, ordenar ideas y establecer objetivos. Lo fácil es, tras un largo día, tumbarse en el sofá y escuchar de fondo la tele mientras ojeamos por encima cualquier red social sin prestar atención a lo que hacemos.
Poc@s en cambio tenemos el coraje de trabajar duro, mover el culo y hacer lo que sea necesario para llegar a donde queremos. Quejarse es un derecho, no cabe la menor duda. Pero si no estás haciendo lo que está en tu mano para solucionar la situación la culpa es tuya.
Y es gracioso porque luego alucinamos cuando vemos a madres trabajadoras que consiguen seguir sacando tiempo para pasarlo junto a su familia, sus amig@s, entrenar o incluso estudiar. Todo a la vez. ¿Cómo es posible? O al típico chaval que trabaja para pagarse sus estudios y además sigue yendo al gimnasio y saliendo con su pandilla.
Nuestro entorno puede condicionarnos mucho y es muy cómo dejarnos llevar, relajarnos y echar la culpa a la mala suerte de no haber alcanzado nuestra meta. Y cuando vemos que alguien triunfa, que le va bien y que progresa, cuchichear con el entorno, especular y justificar que ha llegado ahí por cuestión de suerte.
No te conformes, agacha la cabeza, muévete, esfuérzate, trabaja, déjate la piel, no dejes ni gota, machaca, al máximo. Deja de tratar de emular a “esa persona”, concéntrate en tu propio camino. Libra esta batalla por y para ti, te lo mereces.